A lo largo y a ambos lados de la columna vertebral salen raíces nerviosas que cumplen múltiples funciones como mantener el equilibrio de las funciones orgánicas, circulatorias, digestivas, endocrinas, así como el tono de los músculos y el estado general de bienestar emocional.
Los estímulos producidos por el Shiatsu viajan en dirección centrípeta (entrando por la médula espinal), hasta el sistema nervioso central (a través del nervio sensorial), donde estos estímulos provocan la secreción de opiáceos endógenos (endorfina, etc.) para paliar dolores, que en dirección centrifuga llega hasta el órgano para que este comience el proceso de autocuración.
El Shiatsu regula y equilibra el Sistema Nervioso Autónomo, se reduce el estrés, se desbloquean tensiones tanto físicas como emocionales, se desintoxica el organismo dándole una oportunidad al Sistema Inmunológico para que comience a trabajar elevando las defensas vitales, y dándole al cuerpo una oportunidad y un espacio para que empiece a funcionar con mayor cantidad de energía vital.
Por el tipo de presiones que se usan, el Shiatsu estimula el Sistema Nervioso Parasimpático, que es el sistema relajante del cuerpo, al presionar en profundidad, los nervios que recorren ambos lados de la columna, equilibra éste sistema, volviendo la respiración más profunda y relajada.
A nivel bioquímico también se produce una serie de cambios: elimina el ácido láctico y el dióxido de carbono, que, al acumularse en los tejidos causa la contractura muscular y la disminución del riego sanguíneo. Al disminuir toda ésta acumulación de substancias tóxicas se restaura la flexibilidad corporal y se alivia el dolor, disminuyendo el cansancio y la fatiga así nos encontramos más relajados, abiertos y optimistas.
Realmente lo esencial es la respuesta de nuestro cuerpo a las presiones digitales mantenidas por un determinado tiempo, que logran un efecto sedante o tonificante sobre los tejidos a través del sistema nervioso parasimpático.